En el Paraguay, la venta de energía eléctrica está monopolizada por la Administración Nacional De Electricidad (ANDE), la única entidad (pública o privada) autorizada a comercializar la energía eléctrica. Sin embargo, existe un proyecto de ley que tiene como objetivo abrir el mercado eléctrico al sector privado.
Mi propósito es exponer algunos datos que nos muestren la situación del mercado eléctrico paraguayo, qué aspectos debemos mejorar y las inversiones requeridas para la creciente demanda. Si queremos involucrarnos en el debate es necesario tener los datos bien claros, por más que en nuestra percepción y día a día ya podemos inferir en qué situación nos encontramos.
Primeramente, es importante conocer la definición de “pérdidas” y cuantificar las consecuencias de estas con el actual modelo. El BID define a las pérdidas como la diferencia que existe entre la energía eléctrica ingresada a la red y la entregada para su consumo final. Pueden darse en la transmisión o en la distribución. Las pérdidas en la transmisión se dan principalmente por cuestiones técnicas, condiciones climatológicas y geográficas. En cuanto a las pérdidas en la distribución, además de pérdidas técnicas también se incluyen las no-técnicas, entendiéndose por tal el robo, el fraude, la energía eléctrica no contabilizada y la mala gestión.2
Un estudio del BID (2014) indica que Paraguay sufre anualmente 32.2% de pérdidas de energía eléctrica (promedio 2007-2011) del total producido, un promedio muy superior al de América Latina y el Caribe (17%) siendo 24.3% en distribución y 7.9% en transmisión. El costo de estas pérdidas es entre 121 y 180 millones de dólares anuales en base a datos del 20122. Este estudio nos permite observar al país comparativamente con demás países de la región según el siguiente gráfico:
Según el Índice de Competitividad Global 20193, que en su construcción toma en cuenta la infraestructura eléctrica, medido por el acceso a la energía eléctrica por parte de la población y las pérdidas en el suministro, Paraguay se encuentra en el puesto 100 en el ranking global, superando solamente a Venezuela en lo que respecta a Sudamérica.
Algunos indicadores relevantes que nos exhiben el estado de nuestra infraestructura eléctrica y la mala calidad en el servicio podemos extraer de la encuesta a las empresas que realiza el Banco Mundial (2017)4. Uno de ellos es el porcentaje de empresas que afirma haber sufrido cortes de electricidad, en Paraguay este número alcanza el 83% de las empresas encuestadas, el mayor porcentaje de toda Sudamérica, siendo Argentina la segunda con el 65.1%.
Siguiendo con la misma encuesta en Paraguay, el número de cortes de energía que las empresas sufren mensualmente es de 1,7 cortes, cantidad que duplica al promedio del resto de países sudamericanos (excluyendo Venezuela). Pero lo más grave, es la pérdida en porcentaje de ventas anuales, siendo el segundo más alto de Sudamérica según la siguiente tabla:
Brasil | 3,4 |
Paraguay | 2,5 |
Perú | 2,1 |
Colombia | 1,9 |
Chile | 1,3 |
Ecuador | 1,1 |
Bolivia | 0,6 |
Argentina | 0,8 |
Uruguay | 0,3 |
Además debido a los cortes de la energía, el 19% de las empresas se ven obligadas a realizar compras de generadores. Cabe mencionar también el gasto que deben hacer otras compañías proveedoras de servicios por la mala manipulación del cableado en columnas por parte de la ANDE.
Por último, el plazo para obtener una conexión eléctrica permanente en días, según los últimos datos también del Banco Mundial (2019) es de 67 días. Si bien no es un mal resultado comparado con países como Brasil (128,4 días) o Argentina (92 días), aún hay espacio para mejorar y apuntar a países como Bolivia (36 días) o Chile (43 días).5
Sin embargo, es importante destacar que se han hecho avances significativos en lo que refiere al acceso a la energía eléctrica tanto de la población urbana como la de la población rural, pasando de un total de 89% para el año 2000 de la población con acceso a electricidad a un 100% para el año 2018, superando el promedio de América Latina y el Caribe que se encuentra en un 98%6. Además, es importante resaltar que el acceso a la energía eléctrica de la población rural es del 100%, superando ampliamente el promedio latinoamericano (93%) y de países como Bolivia (86%) y Perú (82%).7
Inversiones requeridas8
Según datos del BID en su informe “A todas luces” la proyección del crecimiento anual de la demanda de energía eléctrica en el período 2016-2040 es de 6,2%, siendo el segundo país con mayor aumento luego de Bolivia. Además, el informe señala el costo en USD (2010) de las siguientes inversiones que se deben realizar para hacer frente a las demandas futuras:
- Nueva capacidad de generación: 5,12 mil millones de USD
- Reemplazo de redes eléctricas obsoletas: 22,59 mil millones de USD
- Expansión de redes eléctricas: Entre 1,90 y 1,415 mil millones de USD.
Con estos datos, es de suma importancia un cambio en el modelo actual que incluya una desmonopolización de la energía eléctrica con el objetivo de tener una mejora sustancial en la calidad del servicio suministrado, poder hacer frente a las inversiones requeridas por la creciente demanda y fomentar un mercado eléctrico competitivo del cual todos los usuarios van a ser beneficiados.
Que lo urgente no nos impida tratar lo importante. Estamos a las puertas de la crucial negociación del Anexo C del Tratado de Itaipú, en el cual nos preguntamos qué modelo de país queremos (que con toda seguridad diremos que uno de desarrollo industrial y prosperidad) pero ¿será que el modelo actual nos permitirá ir por ese camino?
Sobre el autor: Kevin Iván Salcedo Cegla, estudiante del tercer año de Economía de la Universidad Católica y del diplomado en Políticas Públicas de la UCOM. Recientemente trabajé como pasante en el Banco Central del Paraguay en el Departamento de Análisis Macroeconómico.
Referencias
[1] Moreno, L. F. 2012. Primera parte. El modelo de monopolio público: el caso de México. Regulación del mercado de energía eléctrica en América Latina: La convergencia entre libre competencia e intervención estatal. Recuperado de: https://books.openedition.org/uec/136?lang=e
[2] Jimenez et. al. (2014). Electricidad Perdida. Dimensionando las pérdidas de electricidad en los sistemas de transmisión y distribución en América Latina y el Caribe. Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Recuperado de: https://publications.iadb.org/publications/spanish/document/Electricidad-perdida-Dimensionando-las-p%C3%A9rdidas-de-electricidad-en-los-sistemas-de-transmisi%C3%B3n-y-distribuci%C3%B3n-en-Am%C3%A9rica-Latina-y-el-Caribe.pdf
[3] World Economic Forum. Global Competitiveness Index 4.0. Recuperado de: https://reports.weforum.org/global-competitiveness-report-2018/competitiveness-rankings/#series=GCI4
[4] Enterprise Surveys. Infraestructura. Recuperado de: http://espanol.enterprisesurveys.org/es/data/exploretopics/infrastructure
[5] World Bank Open Data. Plazo para conseguir electricidad (das). Recuperado de: https://datos.bancomundial.org/indicator/IC.ELC.TIME?view=chart
[6] World Bank Open Data. Acceso a la electricidad (% de población). Recuperado de: https://datos.bancomundial.org/indicador/EG.ELC.ACCS.ZS?view=chart
[7] World Bank Open Data. Acceso a la electricidad, sector rural (% de la población rural)). Recuperado de: https://datos.bancomundial.org/indicator/EG.ELC.ACCS.RU.ZS?view=chart
[8] Yepez-García, et. al. (2019). ¡A todas luces! La electricidad en América Latina y el Caribe 2040. División de energía. Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Recuperado de: https://publications.iadb.org/publications/spanish/document/%C2%A1A_todas_luces_La_electricidad_en_Am%C3%A9rica_Latina_y_el_Caribe_2040_es_es.pdf