La interpretación constituye una práctica cotidiana, emblema del ser humano pensante. Interpretamos las palabras de las personas con las que hablamos, los artículos que leemos -el presente artículo-, interpretamos sonidos, conjeturas, poemas, interpretamos nuestra Constitución, y consecuentemente, contratos.
La interpretación contractual comprende desentrañar el significado, sentido y alcance del consentimiento prestado por las partes, es decir, de las declaraciones de voluntad de estas. Y cuando se encuentra por escrito, encontramos que no es posible complementar al contrato, parafrasearlo. No hay un intercambio de conversaciones. Se trata, pues, de algo firme e inamovible. Y es por ello que la interpretación juega un rol fundamental.
Y lo jugó especialmente en el caso que involucró a las Twin Towers (Torres Gemelas), en el que un grupo de terroristas estrelló un Boeing 767 secuestrado cargado con 20,000 galones de combustible para aviones contra la Torre Norte y, 18 minutos después, un segundo Boeing 767 contra la Torre Sur. Manifiestamente, el del 9/11 fue uno de los atentados terroristas más cruentos de la historia, hito que ha azotado a la humanidad y sacudido los cimientos que nos regían, escenario de una ola de controversias, sobre todo litigiosas, respecto de las Torres.
Las disputas gravitaron principalmente en torno de los contratos de seguros de estas torres. En el momento del siniestro, estas se encontraban en arrendamiento por 99 años a la compañía Silverstein, y contaban con múltiples pólizas de seguros de diferentes compañías puesto que, lógicamente, ninguna compañía asumiría el riesgo en su totalidad al tratarse de edificios cuyo valor oscilaba los 7 billones de dólares.
Tenemos entonces a las Twin Towers, un ataque que cambiaría el curso de la historia, numerosos contratos de seguro distintos, y dos palabras que iniciarían batallas legales que cambiarían a la industria de los seguros y manejo de riesgos: per occurrence (por ocurrencia).
Todas las pólizas de seguros de las numerosas compañías contemplaban un deducible por ocurrencia (incidente). Estas dos palabras, que también fueron aplicadas al límite superior, representaban una diferencia de meros 3,5 billones de dólares a unos considerables 7 billones de dólares en concepto de la cobertura de los seguros. Se trata pues, de la pregunta del billón o, mejor dicho, billones.
Silverstein reclamaba en las demandas que los sucesos del 9/11 constituían, en materia de seguros, dos incidentes separados, lo cual significaría el doble de compensación. Por otra parte, las compañías argüían que se trataba de un solo incidente. Y la respuesta a ello se encontró en el texto de las diversas pólizas de seguros, estos contratos entre asegurador y asegurado.
Así, mientras algunos contratos previeron la definición de un incidente a efectos del seguro (los cuales pasaron a ser reconocidos como Willprop Form), como las pérdidas o daños atribuibles directa o indirectamente a una o una serie de causas similares, independientemente del tiempo o lugar donde ocurren; otros, en cambio prescindieron de ella[1].
Y, ¿en qué medida incidieron estas palabras en los litigios? La diferencia se encuentra en los billones. En el caso de las aseguradoras que contemplaban el formato Willprop Form, esto es, que consignaron en sus respectivos contratos una definición al término incidente, se resolvió que el de 9/11 fue, en efecto, un solo incidente. Consecuentemente, estas compañías fueron responsables únicamente hasta el límite estipulado en sus contratos, una clara victoria para ellas, y una significativa pérdida para Silverstein.
En cuanto a las compañías que no recurrieron al Willprop Form, el jurado resolvió, en virtud de la interpretación de los respectivos contratos, que se trataba de dos incidentes separados y que, consecuentemente, la suma a ser pagada respondería a esta dualidad. Así, al no existir una definición clara como en el caso anterior, y en cambio susceptible de numerosas interpretaciones, fue menester recurrir a un jurado capaz de proveer la interpretación requerida, de desentrañar qué buscaban las partes y el sentido de per occurrence en el contexto utilizado.
Y se trató pues, de una interpretación por el valor de billones.
El caso de las pólizas de seguro de las Twin Towers nos ha introducido a este importante, empero complejo, mundo de estos contratos. Constituye una enseñanza, una oportunidad de advertir el rol que juega la interpretación contractual en el cumplimiento de los contratos y de la voluntad de las partes.
En un mundo que evoluciona, que se enfrenta tanto a nuevas amenazas como a viejos enemigos insurgentes, es menester una revisión periódica de estos contratos. Del mismo modo que 9/11 ocurrió, en nuestra actualidad nos enfrentamos a una pandemia ¿Cuántos contratos previeron esta posibilidad? ¿el impacto de una pandemia en los clientes, trabajadores? ¿el posible cierre de fronteras?
Bibliografía
- Brown, Elliot. (2013). Silverstein Loses Battle Over 9/11 Payouts. The Wall Street Journal, recuperado de https://www.wsj.com/articles/SB10001424127887323993804578614292502152144
- Fried, Charles. World Trade Center Properties v. Hartford Fire Insurance Co., recuperado de https://h2o.law.harvard.edu/cases/3515.
- Pierson, Brendan. (2018). World Trade Center developer loses final 9/11 lawsuit against insurer, recuperado de https://www.reuters.com/article/us-usa-sept11-insurance/world-trade-center-developer-loses-final-9-11-lawsuit-against-insurer-idUSKBN1KN2OL
Referencias
- SR Int’l Bus. Ins. Co. v. World Trade Ctr. Props. LLC, 222 F.Supp.2d 385, 398 (S.D.N.Y.2002), extraído del artículo del célebre Charles Fried, World Trade Center Properties v. Hartford Fire Insurance Co., de https://h2o.law.harvard.edu/cases/3515
[1]